viernes, 2 de mayo de 2014

introduzca día y hora

He divagado en círculos concéntricos durante varios milenios buscando explicaciones. No creo que en ningún momento haya querido saber nada. Nunca he tenido tal intención. Pero en ese instante en que las palabras brotan y nada ni nadie puede contenerlas supongo que es absurdo intentarlo. De hacerlo habría vuelto a estar destinado a perder. Supongo que he querido callarme. De nada sirve.

Desde el momento en que la tierra se desvaneció y caí en un espacio sin límites ni localización, sentí que por dentro me invadía una nada de poder inagotable. Una nada que carcomía el todo de mi existencia, una nada que navegaba, sin más, por mi cuerpo desnudo de ti, por mis sueños calcinados en recuerdos y tu pelo flotando, indiferente, entre océanos de tiempo que permanecían asolando mis días, los cuales se fundían sin mayor intención.

Mis palabras y tus ojos volaron creando torbellinos de aire enloquecido, sigo creyendo que en ese momento habría sido mejor quedarse al margen y no involucrarse, pero siempre he sido un idiota y tú nunca olvidaste recordármelo. ¿Qué cuál ha sido mi error? Mi error, mi puto error, fue no coger ese tren delante del cual desapareciste. Te alejabas como se disipa la luz de un faro, y mientras lo hacías, simplemente fui incapaz de reaccionar.

Ahora me subo a la azotea y contemplo todo con los mismos matices, la misma simpleza, el mismo rayo de sol cegándome sin compasión. Lo observo y no parece que haya alternativa que girar la cabeza. Supongo que no quería dar por perdida la luz solar. Pero los tiempos cambian. O eso dicen.

No hay comentarios:

Publicar un comentario