martes, 26 de abril de 2011

extraños.

Bíceps fortalecidos. Aparatos sumergibles. Relojes de arena que funcionan al revés. Triste apariencia volcánica sobre un fondo viscoso. Lenguas fuera, metralletas de platino. Coged un poco de agua. La necesitaréis cuando menos lo esperéis y más la deseéis. Abrasador frío que surge de las tinieblas luminosas. Emergiendo como un ave fénix interceptado por la belleza de la mayor de las estrellas que componen el universo.

Locura indeseable, felicidad detestable, incomprensión fiera, fragilidad ingenua. Datos acumulados que no dan para más que para llenar una extravagante hoja de papel. Vida apagada, muerte a punto de candescer, el fuego de los ojos abrasa el camino de la boca. Tres, setecientos cuarenta y ocho. Números, letras. Álgebra. Filosofía, historia. Historia de la filosofía. Sueños rotos por un dedal. Lo inquebrantable se deslizó por el ínclito limonero y para su desgracia fue a caer sobre la desdicha. Un pedacito de algodón para curar los destrozos bipolares de algún individuo al que la vida tiene insatisfecho.

Pequeños trozos de mí, de ti, de él, de ella. Ruiseñores revoloteando sobre la tumba de sus sueños. Herejía en plenitud, sucumbe a el apetito del éxito. Humanidad desgastada. Desgastada de ser excesivamente humana.

Menudo futuro nos depara nuestro pasado.

lunes, 25 de abril de 2011

al contrario.

Demoníaca esperanza que corroe vuestras venas. Vivís, os mantenéis esperando ridículamente a que vuestro tiempo se convierta en algo más que simples minutos. Buscáis, soñáis, intentáis débilmente que vuestra estúpida existencia encuentre algún tipo de libertad, esa libertad que os condena, que os condena a ser libres.

Ponéis en un atípico, pusilánime e ignoto deseo vuestra alma, vuestro soporte, se desvanecen dos decenas de gramos y puede que uno más, y a partir de ahí, comenzáis a vagar sin rumbo ni dirección predeterminada por el sendero que marcan vuestras absurdas ilusiones.

Creáis un sublime, celestial, negligente mundo propio, secante a la realidad. El sistema crea un prototipo civil, y busca formar en su entorno un cementerio. Un cementerio compuesto por tumbas de vivos.

No se os ocurra decir vuestra opinión, podríais tener la mala suerte de llevar la razón.

martes, 19 de abril de 2011

fuera.

Odio la religión, porque no me gusta pensar que alguien está controlando mi destino.
Odio el destino, porque no me gusta pensar que no soy yo quien controla mi vida.
Odio los idiomas, porque no me gusta pensar que algo me define.
Odio las matemáticas, porque no me gusta pensar que lo que pasa a mi alrededor está determinado por unas leyes fijas.
Odio la amistad, porque no me gusta pensar que alguna vez esa persona y tú seguiréis caminos diferentes.
Odio el amor, porque no me gusta pensar en dolor.
Odio el dolor, porque no me gusta sentir el sufrimiento bajo mi piel.
Odio lo material, porque odio pensar que algo está definido fuera de mi mente sin poder hacer nada.
Odio los finales felices, porque no me gusta engañarme.
Odio la esperanza, porque no me gusta esperar eternamente.
Odio la eternidad, porque no me gusta la indefinición.

Espera un segundo.
Dime, ¿qué es lo que no odio?
Tienes razón, por mucho que piense lo contrario, no sería capaz de decirte algo distinto a que te quiero.

felicidad.

Escribe en tu corazón esas sílabas,
sueña, hábil, que su destreza es pura,
si sus letras borran con amargura,
lejos, al fondo de tu mar envíalas.

Sueña, bajo dulces ojos de fuego,
que ese mundo es real por un instante,
líbrate de todo rival constante;
crea bajo tu luna un suave juego.

Propaga tu estigma, bonita y audaz,
no temas, no dudes, pequeña joven,
aunque no lo creas, serás muy capaz.

No olvides, la felicidad no te roben,
el miedo, sarcástico, vil y voraz,
es tu único rival, que así lo asolen.

coeur.

Es una brillante decepción el saber que toda decepción es brillante. Caer en el barro, atónito, levantarme limpio de la suciedad que antes concernía a mi persona. Me cuesta. Me cuesta expresarme, expresar mis conocimientos, mis pasiones, mis sentimientos, y me cuesta expresar el desdén que me produce mi falta de expresión. No brillo, mi opacidad en absoluto resulta una característica reseñable en el contexto social pleno de “personalidades brillantes”. Me cuesta. Me cuesta derramar una lágrima, decir un “te quiero” sincero, y aceptar que no siempre tengo la razón. ¿No os ocurre? Esa sensación de saber que te equivocas pero en el fondo tener la intuición requerida para ofrecer una realidad verídica. Me cuesta, mucho. No espero nada abrumador ni mis expectativas de éxito en la vida superan la neutralidad. Pero al menos algo, un resquicio de esa palabra que tanto añoro y que tanto he eludido.

Esto no es literario, sino un obvio autorretrato. Pesimismo, diligencia, abstracción. Podría vaciar el diccionario de la RAE en un texto si supiese que realmente me iba a llevar a obtener algo. Pero no entiendo qué busco concretamente con esto. Mirad, cero metáforas. Las adoro, vivo con ellas y vivo en ellas, pero también sé evitarlas. Todo sea por… bueno, está claro el por qué, ¿no creéis?

Hace unos meses, dejé de creer en todo. Además de la religión, la ciencia y todas esas realidades prejuiciosas de las que opino que sólo buscan soliviantar el ambiente, dejé de creer en el amor, en la muerte, en la amistad, incluso en la felicidad. Me encerré en mi mundo de los sueños, y me equivoqué. Vaya si lo hice.

Los sueños no son más que una creación del subconsciente que nos hacen percatarnos de ellos mismos. Suena ridículo, pero los sueños no son más que el reflejo de los sueños.

Soy estúpido ¿De qué me sirve vivir en un mundo paralelo esperando enternamente a una secante que corte? Vaya, me cuesta más de lo esperado evitar las metáforas.

No creo en el destino. Ni en la suerte. Ni en las casualidades. Creo que no creo en nada.

Es mi filosofía. Extraña y divagante, pero mía.

mis mejores deseos,

no te hagas daño.

Sencillos amigos del destino unidos bajo una ceremonial banda sonora. Vuestros hombros recogen la anárquica esperanza de la que alimentáis vuestra vida.

Estamos aquí. En esta incertidumbre, en este paseo de flores mal sembradas, en este mar de agudo y pícaro oleaje sin cese. Incrédulo el vencedor, de este partido eterno. Vivís amedrentados por el miedo a tener miedo, no hay temor más fatídico. El tiempo abate vuestras sabáticas ilusiones, vuestras limitadas alegrías y vuestras satíricas existencias.

Doble vuelta de moneda registrada en el azar que concluye contigo. Suenan campanas de alivio y dolor, las notas musicales deletrean el destino y el joven ingenio se consume ante la impotencia experimentada.

Exhaustivo intento de creación de brillo eterno cuan joven músico de Liverpool en trágico desenlace. Significados cognitivos que acompañan a la incógnita. Incógnita es todo aquello que no es incógnita. Lago cristalino de alma oscura y presente subsanado por la diligente sociedad. Abruptos senderos que te llevan a un falso prado de tulipanes holandeses. Ciencia que intenta aplicarse para descubrirse.

Descripción inequívoca de la excéntrica realidad. Engaño, rojo, vil engaño. Corrupción referencial a la sobresaliente pero insuficiente destreza gubernamental.

Se escucha un disparo. Apaga el cigarro de la vida. O quizá trata de encenderlo.

Desprende su perfume de extrañeza sobre los húmedos y opacos claveles danzantes del mundo. Fuego, verde, fuego. Un buque atraca, otro es atracado. Tus rizos serpentean alrededor de la llama estúpida de la lógica. Ecuación de exponencial dificultad presenta una ávida solución. Sin contemplaciones.

Mis mejores deseos,

instante.

Escribo para vosotros. Vosotros sois el todo que confirma mi nada y la nada que da sentido a mi todo.
Vosotros… sólida forma de expresar algo que la brisa puede borrar en un instante. Un instante. El tiempo que hace falta para creer en la existencia de vosotros. O quizá menos, o quizá más. En realidad la duración de ese instante la elijo yo mismo.
Brilla, brilla allá arriba. Baila con la luna y serpentea alrededor de las estrellas como si de un mito se tratase.
Es real. Es mi realidad la que compone el amago de pesadilla de los demás. Sufrimos como tristes soldados que mueren en su propia guerra.
Una guerra que jamás debían haber emprendido y de la cual se arrepentirán durante toda su estancia en el limbo. Limbo aplastante, dulce y amargo, brillante y oscuro por momentos.
Adiós hermosa y decepcionante juventud hola tiempos esotéricos de oscuridad.
Profundo. Abriendo puertas de imaginación virtuosa y escándalo catastrófico para terminar en el lugar que el destino te ha encomendado.
Salvo que. Salvo que decidas que tú eres tu destino. La explicación a las cosas inexplicables que la vida nos presenta se encuentra en los estúpidos detalles.
Vosotros. Bella proyección de mi subconsciente que a diario alarmáis mi sentimiento de algarabía desinteresada hacia vuestro ser.
Merezco despertar y dejar de soñar por un instante. Volvemos al significado de un instante. Tú eliges su longitud. Entonces por esa regla, tú eliges la longitud. Sí. La longitud. Despertarte de un sueño supone internarse en otro más profundo sobre el cual el sueño previo ha influído de forma intrascendental. O eso creemos.
Es la genialidad lo que viene dado por un sexto sentido, literalmente hablando, por una capacidad para comprender cosas.
He dicho genialidad, no significa eso pérdida de la cordura. Un loco puede estar perfectamente cuerdo. Lo admito, estoy loco.
Pero loco por vivir sin intentar comprender por qué estoy loco por ello, loco por aprender a desmenuzar el jugo de cada instante. Vaya con los instantes…
Todos intentamos aparentar lo que no somos mediante actitudes extenuadamente forzadas y corrompidas por el candente deseo de alcanzar la añorada felicidad.
Pero que es felicidad, si esperamos hasta la eternidad en busca de su fin.
Y no, no me refiero al fin de la felicidad.
Mis mejores deseos,

allí.

A veces me pregunto para qué escribo.

Rápido se me vienen a la mente diversas razones. Desahogo, procura de mi mismo, necesidad de sentirme vivo, realizado. La sensación de autorretratarse sobre un vago papel es sublime.

Pero es sólo eso. Un retrato absurdo.

El mundo espera. En cada rincón de este encontrarás una sorpresa que te delatará ante tus propios sentidos, experimentarás sentimientos que desguazarán tus pensamientos y soñarás con hacer lo que nunca has imaginado.

El poder de una persona reside en su capacidad para soñar, para tener ilusiones, para no ponerse metas, para superar los obstáculos que se le propongan, y siempre bajo unos principios que podrán ser, o no, los correctos convencionalmente.

La correción es algo subjetivo.

Que no se puede volar. Quien lo dice. Yo si puedo. Puedo volar, crear sentimientos con mis manos y destrozar la historia. Nada no se puede hacer. Este mundo es un juego que te pone a prueba. Probemos entonces, probemos cuan alta es nuestra capacidad de volar.

Introduzcámonos en esta película exultante, en esa aburrida novela y en esa disparatada comedia. Bailemos al son de la luna y hagamos que las estrellas se postren ante nosotros.

Cuando todo esto esté cumplido. Sequémonos el sudor que se derrama por nuestra rosada mejilla y gritemos que nada es imposible. Gritemos hasta perder la voz.

Conjuremos lo inconjurable para desmenuzar los más profundos secretos de la existencia.

Soñemos.

azul.

Hola. Escribir. Dulce agonía.

Ver tu pequeña sonrisa. Estrambótico placer.

Trescientos años pasaría a la vera suya.

Soñando, de alcanzarla algún día.

Soñar. Sustento vitalicio.

Pesadilla. Insustituíble terror sin confirmar.

Tú. La mayor incógnita de mi existencia.

Yo. Simplemente mendigo de ti.

La genialidad viene en frascos pequeños.

O quizá no.

Extraña coincidencia.

Suerte dispar.