viernes, 6 de mayo de 2011

no puedo apartar mi vista de ti.

Me despierto. La suave brisa de la mañana entra por las rejillas de las persianas y mueve a duras penas mi flequillo. Camino sin rumbo bajo las escaleras de caoba y siento caer el agua cristalina sobre mi cara. Ligeramente coloco mi mano sobre el pomo metálico. Abro la puerta a la esperanza. Ella entra, se sienta, se sirve un poco de café con leche y después se va como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia. Falta un poco de café.

Salgo corriendo a través del agujero en la parte trasera de la casa. Ya nada me retiene allí. Es un círculo de desilusiones y ambigüedades. Tengo una entrevista de trabajo. Un poco de tierra en el pantalón. La sacudo con disimulo. Me coloco la chaqueta y me siento a responder unas preguntas a la amistad. No he sido escogido, y me voy como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia. Falta un poco de dignidad.

Salgo corriendo a través del corredor. No aguanto más en esa ciudad. Cojo el vuelo 27 hacia Zúrich. Delicioso chocolate suizo. Me siento a la luz de la luna a comer un poco con la felicidad. De pronto me roba el chocolate y se va como si nada hubiese ocurrido. Perdón, sí que se nota la diferencia.

Ya no tengo chocolate.

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