domingo, 22 de mayo de 2011

ya no quema.

Sentémonos juntos a la vera de la cálida y ligera llama que brota desde nuestro interior. ¿Por qué la necesidad de algo más? El sueño se terminó para evitar el fin. Punto y final. No hay necesidad de buscar un nuevo comienzo para algo que terminó antes de terminar. Ya lo decía mi amado Dante. "¡Oh gente humana, para volar nacida! ¿porqué al menor soplo caes vencida?" Pisamos nuestras limitaciones porque creemos que así podremos traspasarlas. Nacemos, reímos, lloramos, amamos, sufrimos, nos vamos. ¿Nada más? El tiempo no mudó para evitar la mudanza, no. Estamos muy equivocados. Las limitaciones existen, ¡que me lo digan a mí! Basamos nuestra realidad en un falso valor de sociedades, ¡menuda estupidez! Para llegar a vivir 100 años hay que comer verdura, hacer ejercicio y tener una vida honrada y servicial. ¡Al demonio con los cien años! Odio la maldita verdura. Y es que a todo el mundo le gusta creer que sabe. Que sabe sobre política, sobre física, sobre historia, sobre amor, sobre valores disciplinarios, que sabe lo que es saber. Esto necesita un vuelco, vamos a acabar desamparados ante tal establecimiento social. Todo está predefinido. Duras mentes cerradas, que no miran más allá de lo que han visto, ¡abrid los ojos! Buscamos progresar. ¿Qué necesidad hay de sentirse parte de algo? Parte de un todo, de un rango, de una nación, de un maldito grupo social. ¡Que le den al estatuto de autonomía y a los políticos que se creen que pueden solucionar que cada día millones de personas pasen hambre!
Estamos muy confundidos, pensamos sólo en lo correcto, en lo que creemos que es lo correcto. Vivamos sólo por vivir y no por creer que vivimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario