sábado, 31 de marzo de 2012

sofocante.

No eras tú el que bailaba cuando el sol se ponía, gritando al viento que nada podría vencerte. No eras tú quien sollozaba cuando la luna no te miraba, cuando el brillo de cualquier estrella no decoraba tu pelo de tonos claros, no eras tú la persona que siempre quiso saltar, llegar alto, la persona que sintió, que cayó y se levantó, que luchó por obtener lo que su corazón le pedía. No eras tú quien venció a la marea, no eras tú quien evitó que todo se viniese abajo. No lo eras.

Siempre distante, siempre frío, siempre buscando algo que es imposible encontrar. Hay árboles que el tiempo no puede derribar. Nunca fuiste uno de ellos. No intentaste serlo, no dijiste ni una vez que tus intenciones fuesen triunfar, soñar, vivir, nunca lo dijiste. Pensabas que el mundo te iba a enfocar, a levantarte despacito y sujetarte como si fueses un maldito dios. Guárdate tu resentimiento. No te mereces todo lo bueno que tienes. En el universo sólo somos partículas, estúpidas e insignificantes partículas de nada, que son el todo en el vacío, no podemos esperar algo de nada, no podemos. Si no construímos nuestro palacio de existencia, si no situamos ladrillo a ladrillo nuestra felicidad, nuestro soporte, necesitamos eso, lo necesitamos. El sol es sofocante, nos ahoga, nos provoca, nos deja exhaustos. ¿Dónde está la sombra? ¿Dónde está tu sombra? No tienes, no eres nadie. Polvo de vida, vida que se deshace en polvo, gira ya o camina hacia el vacío. O tienes una tercera opción. Convierte el vacío en tu todo. Está en tu mano el futuro del presente, el presente del futuro espera y tiene prisa.

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