martes, 19 de abril de 2011

fuera.

Odio la religión, porque no me gusta pensar que alguien está controlando mi destino.
Odio el destino, porque no me gusta pensar que no soy yo quien controla mi vida.
Odio los idiomas, porque no me gusta pensar que algo me define.
Odio las matemáticas, porque no me gusta pensar que lo que pasa a mi alrededor está determinado por unas leyes fijas.
Odio la amistad, porque no me gusta pensar que alguna vez esa persona y tú seguiréis caminos diferentes.
Odio el amor, porque no me gusta pensar en dolor.
Odio el dolor, porque no me gusta sentir el sufrimiento bajo mi piel.
Odio lo material, porque odio pensar que algo está definido fuera de mi mente sin poder hacer nada.
Odio los finales felices, porque no me gusta engañarme.
Odio la esperanza, porque no me gusta esperar eternamente.
Odio la eternidad, porque no me gusta la indefinición.

Espera un segundo.
Dime, ¿qué es lo que no odio?
Tienes razón, por mucho que piense lo contrario, no sería capaz de decirte algo distinto a que te quiero.

1 comentario: