miércoles, 8 de febrero de 2017

antes de despedirse

Aún no te has ido y todo parece indicar que ya no estás. Las cosas se han disparado cuando habíamos asumido un estado habitual de nerviosismo, un dolor velado que ya se había convertido en parte de nuestra casa y que apenas sentíamos ya más allá de esos círculos concéntricos que conformábamos alrededor de ti de vez en cuando. Me cuesta explicar por qué siento que te echo tanto de menos cuando realmente nunca he prestado demasiada atención a tu presencia, como si fuese -de hecho así era- algo intrínseco a mi vida, algo que siempre había estado ahí desde que empecé a recordar mis recuerdos y a construirme, a colocar las piezas que me han traído aquí.

Te miro recostándote con expresión de agotamiento y todo lo que me recorre es la sensación de no significar nada, de no poder entender por qué y al mismo tiempo tenerlo todo demasiado claro. Pero lo que más me aterroriza es verte tan llena de miedo, tan asustada por cualquier cosa que pueda pasar. Y me gustaría decírtelo, asegurarte que todo va a ir bien, pero no puedo, porque se me escapa, porque yo tampoco lo sé y me pierdo en tantas preguntas y todo ese miedo que veo en tus ojos que se entrecierran, y en tu respiración entrecortada que agarra el aire con las palmas de las manos abiertas y deja que se le escape la mayor parte entre los dedos.

De algún modo me hace sentir en casa agarrarte la mano, que está llena de tiempo y de memorias y de arrugas que hacen que tenga una textura similar a la del papel o las hojas de los árboles en otoño. No sé qué sentirás tú, en el lado confuso de la historia, en el lado que no puede observar la vida sino que, de hecho, la vive. Y me duelen todas las veces que preferí hacer otra cosa a estar contigo, y todas las veces que insistí para dejar de estar contigo para entretenerme, y todas las veces en las que me decidí a ver una película, o a sumergirme en mi mundo, en lugar de estar ahí, contigo.

Me siento pequeño y frustrado por haber sido solo un niño todo este tiempo, por no haber podido saber más de ti, o de las cosas que podrías haberme enseñado. De repente, todas esas cosas que siempre creí innecesarias vuelven y se colocan en primer lugar de la lista, como todo lo que siempre me parece deseable por imposible. Ojalá hubiese estado más cerca. Cada vez que lo pienso, cada vez que pienso en ti, siento como si estuviesen extirpándome sin anestesia una parte de todo lo que he sido hasta hoy.

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