martes, 7 de febrero de 2017

culpable

Me siento culpable por echarte de menos. Todas las cosas han ocurrido en la dirección contraria. De mis mil maneras para no respetarte podría asegurar que todas proceden de aquello que me configura como persona, de todo lo que me hace ser yo mismo. Y llegó un momento en el que no sentía apenas haberte ganado, sabía de hecho que hacía tiempo que venía perdiéndote en mis rodeos, en mis lagunas de no saber quién soy.

Me siento culpable por echarte la culpa de un modo no explícito, por descargar en tus actos la frustración de no gustarme a mí mismo y de no poder acercarme a ti en todos los sentidos en que me gustaría hacerlo. Me siento frío cuando vienes a mi lado, te sientas y tratas de explicarte, y pienso que todo eso simplemente no debería estar ocurriendo, que las cosas deberían ser más fáciles para los dos porque hemos aterrizado aquí para ayudarnos y no para hundirnos en todo lo que nos duele y nos hace sentir frágiles.

Todo se me revuelve orgánicamente cuando comienzo a ser consciente de lo inferior que me siento a ti y el complejo que todo lo que ha pasado en momentos en los que yo no estaba siquiera acaba generándome. Te juro que no logro quitarme nada de la cabeza y todo vuelve, todas las cosas que me separan de ti y que me ahogan en mi pasado y en todos los sentimientos que me habías ayudado a regenerar. Me cuesta imaginarnos sentados en las escaleras de piedra unos días antes, como si nada hubiese ocurrido, cuando la realidad es que nada ha cambiado más allá de mi cabeza, de las cosas que sé y entonces no sabía, de las cosas que antes no me impedían amarte por lo que eres y no por lo que has hecho antes o después, ahora o en algún tiempo pasado.

Me gustaría decirte que sin duda habría querido que todo funcionase como creí que podría hacerlo, con nosotros sentados y mirándonos sin hacer nada o con la sensación de que finalmente alguien puede comprender los párrafos trabados que escupe mi pensamiento. Pienso que deposité en ti todas esas responsabilidades y me permití sentirme decepcionado demasiado pronto, ubicándome por encima de las cosas que no solo dependen de mí, necesitando controlar los milímetros que hasta entonces no había siquiera imaginado que podrían separarnos.

Me siento culpable por tener que pedirte perdón por ser intolerante, por no ser lo que mereces, por no entenderte ni pretenderlo y por haber retrocedido noche tras noche todos los pasos que no me había costado nada dar contigo, porque al fin y al cabo todo podría haber sido todo lo fácil que nunca fue. Me siento culpable por no permitirme vivir cosas fáciles y por enredarme en todo el dolor de la vida, y en los inconvenientes y en las malas costumbres, que nunca me convienen y siempre me arrastran, aun cuando tú intentaste tanto salvarme de todas ellas. 

Me siento terriblemente culpable por volver a ahogarme en lo mismo, por buscar siempre un sustitutivo al sufrimiento previo y por no dejarme ser feliz con alguien como tú.

Hoy me siento culpable por ser yo, y no hay nada que me haga sentir más culpable en este mundo de perderme y no encontrarme jamás.

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